Lynn Taylor, autora del libro «Cómo domar a un jefe terrible», reveló en un estudio que las personas pasan en promedio 19.2 horas a la semana preocupadas por lo que ‘dice o hace el jefe’. Eso representa, en términos de horas de trabajo, casi 2 días. Trabajar para una persona que carece de las cualidades necesarias para manejar personal puede provocar frustración, dañar nuestra salud y frenar nuestro crecimiento profesional. Además, por supuesto, de dejar un muy mal recuerdo.
1. Identifica a un mal jefe
¿Los comportamientos de tu jefe perjudican el trabajo o simplemente no hay empatía? Te damos un listado de ideas erróneas que suelen tener los verdaderos malos jefes:
– «El liderazgo significa ordenar y controlar».
– «Si no quieres trabajar más horas eres un mal empleado».
– «Yo manejo resultados, no gente».
– «Tienes suerte de tener trabajo».
– «Si necesito algo bien hecho, lo hago yo mismo».
– «Yo me quedo con los éxitos y tú con los fracasos».
– «La toma de decisiones es solo mía».
– «Soy demasiado importante para ser amable»
– «Hoy es sí, mañana es no, pero debiste adelantarte al cambio».
El equipo de OfficeTeam, sitio experto en temas laborales, identificó a los ‘malos jefes’ más comunes:
El cambiante: El que espera que entiendas que sus decisiones, sus evaluaciones y su humor son como el viento.
El abusivo: Lleva el acoso a un nivel tóxico, suele humillar a sus empleados, no respetar sus espacios personales y tratarlos sin educación.
El «micromanager»: Incapaz de delegar, busca tener el control de cada actividad a realizar.
El mal comunicador: No establece un diálogo útil con sus subordinados, no expresa lo que espera de cada uno, no brinda dirección necesaria, lo que dificulta que las tareas se realicen de manera oportuna.
El saboteador: No le interesa reconocer el trabajo de su equipo, menosprecia los esfuerzos de los demás, pero toma el crédito cuando las cosas salen bien. Si hay un problema encontrará de inmediato a algún miembro de su equipo para culpar.
El voluble: Con este tipo de jefe las cosas nunca son claras, tiene cambios bruscos de humor que dejan a sus empleados confundidos y disminuyen su productividad.
2. No te mientas a ti mismo: Analiza tu propio desempeño
Si ya pudiste reconocer la especie de tu mal jefe, ahora te toca mirarte al espejo. Recuerda qué fue lo que te propusieron cuando te contrataron y asegúrate de que tu desempeño cubra las expectativas de tu puesto. Ante los comportamientos negativos de un superior, no es válido colocarse en la postura de víctima sin antes evaluar la calidad de nuestro propio trabajo.
Incluso puede ser positivo pedir retroalimentación a tu jefe o jefa, preguntándole ¿cómo evalúa tu desempeño? ¿Cuáles son tus áreas de oportunidad? Hacerlo de este modo puede ser una manera de incentivar una charla más abierta sobre las expectativas en ambos sentidos.
3. Ten siempre claro qué es lo que debes hacer
Si tu jefe hoy quiere que vayas hacia el sur, pero al levantarse mañana no entiende por qué no has llegado al extremo norte, eso puede provocarte una severa frustración. Para evitarla, siempre ten claro y registrado qué es lo que están pidiendo frente a cada proyecto y cuál ha sido la evaluación que han dado de tus tareas anteriores. Si luego de un tiempo te dicen que «perdiste el foco», tendrás material para argumentar y defender tu gestión.
4. Cuesta, sí, pero no lo tomes personal
Recuerda siempre que tu jefe tiene a su propio jefe. Muchos de los comportamientos negativos que tiene tu superior inmediato están directamente relacionados a la dinámica que tiene con la persona que le sigue en rango.
También influye la situación de la empresa, los proyectos asignados a tu área, etc. Es muy importante ir más allá de los hechos superficiales y analizar qué hay alrededor, quizá a tu jefe se le está dificultando enfrentar retos y tú puedes ser de ayuda.
Cuando abandonamos la idea de que ‘mi jefe es malo conmigo’ y valoramos los factores externos somos capaces de entender la situación de forma global y actuar de mejor manera. A veces, en otras oportunidades no hay excusas.
5. Protege tu trabajo
Para quienes tienen jefes que toman el crédito del equipo a título personal, es importante tener un control y registro de las actividades y proyectos en los cuales han participado. También es buena idea llevar un control de qué es lo que te están pidiendo en el trabajo o cuáles han sido las evaluaciones que te han llegado de forma periódica. Cualquier oportunidad de destacar el desempeño individual ante otros superiores debe aprovecharse.
6. Cuando nada funciona, ponle un alto
El ‘jefe’ sigue siendo para muchos una figura de poder incuestionable, sin embargo, recuerda que una relación laboral es un intercambio, no un favor. Si tu jefe tiene actitudes negativas que te incomodan, el primer paso siempre debe ser el diálogo.
Sé profesional y evita que tus reacciones estén cargadas de sentimientos, por mucha rabia o frustración que hayas acumulado. Sé estratégico y trata de poner en claro qué actitudes te parecen inapropiadas y proponer soluciones.
7. Exige con diplomacia
¿Tu jefe falla en la parte de comunicación? Puedes hacer mucho más que sólo quejarte. Acércate con propuestas y muéstrale que comprendes las necesidades del negocio. Ofrecer soluciones y proponer maneras más eficaces de realizar tareas es mucho más positivo que sólo manifestar tu inconformidad.
8. Considera una renuncia
Buscar un nuevo empleo siempre es una opción inteligente cuando la situación no tiene posibilidades de mejorar. En ocasiones, la raíz de una mala relación laboral está en la organización de la empresa misma y no sólo en un jefe con falta de liderazgo.
¿Piensas que tienes un mal jefe? Comenta y comparte tu experiencia
Fuente: Emol.com